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A la derecha don Popo |
El pasado sábado 2 de noviembre, más de 200 graffiteros se tomaron e hicieron intervención artística durante 24 horas en el puente de la calle 26 con carrera 30, en Bogotá. El hecho se dio luego que Justin Bieber, cantante canadiense de pop, realizara un graffiti en ese mismo sitio en compañía de la policía sin que ésta tomara represalia alguna contra él, a pesar que en el espacio que graffitió no estaba permitido hacerlo, Jeiffer Rentería (Don Popo), hip hopper colombiano, fundador y director de la fundación La Familia Ayara, escribió un artículo que se publicó en El Espectador.com, titulado: “Justin Bieber quebró el Florero de Llorente”
Sobre este tema y sobre lo que ha venido pasando con el movimiento graffitero en Colombia, conversé con Don Popo.
Este es el texto de la conversación:
Camilo Prada: Don Popo, para comenzar voy a hacerle una pregunta que quizás se aleja del tema principal, pero que de una u otra forma tiene que ver con él. Usted fue integrante de la banda de rap colombiano “Gotas de rap”. ¿Qué le dejó haber pertenecido a una banda tan reconocida en el mundo urbano?
Don Popo: “Gotas de rap” fue el primer grupo que tuvo un alto impacto en los medios de comunicación, fue el primer grupo en salir de Colombia, en hacer gira internacional, sacamos el primer casete de rap que hubo aquí en Bogotá, eso fue en 1994 y lo característico de “Gotas de rap” es que era un grupo político, de un pensamiento político, con unas posturas políticas, con un discurso de conciencia política y social. Mi rol dentro de “Gotas de rap” era sobre todo la promoción y la defensa de las poblaciones afrodescendientes e indígenas.
C.P.: El pasado 2 de noviembre de 2013, después de que Justin Bieber hiciera un graffiti en la calle 26 con carrera 30, ustedes, los graffiteros, decidieron tomarse este espacio y hacer 24 horas de graffiti. ¿Por qué es importante lo qué pasó ese 2 de noviembre?
D.P.: Lo que pasó en la toma graffitera de 24 horas no fue solamente la reacción ante lo de Justin Bieber –no importa si fue a favor o en contra–, sino que ese día se produjo una explosión de un sentimiento de indignación, de injusticia, de inconformidad del movimiento hip hop, por las agresiones policiacas, por los prejuicios de la sociedad hacia los graffiteros, por los estigmas que se nos hace cargar. Y cuando Justin Bieber pintó, hizo sus rayones y fue promovido y protegido por la policía, por la sociedad y por los medios de comunicación, le dio al movimiento un despertar, fue una chispa de un momento, como si dijéramos “nos parece imposible creer que esto esté sucediendo”.
C.P.: Al respecto, el director de la Policía Nacional de Colombia, Rodolfo Palomino, dijo después de la intervención de Justin Bieber, que el graffiti es una “evolución del arte”. Sin entrar a detallar qué quiso decir, ¿cómo ha sido la respuesta de la policía ante las diferentes intervenciones de los graffiteros en las diversas ciudades de Colombia?
D.P.: Después de lo de Justin Bieber, la actitud de la policía ha sido positiva, ha sido una actitud de dejar que los pelados hagan lo que quieran, de no meterse, de no agredir, de no seguir robándoles las latas de pintura. Es una actitud permisiva y nos permite pensar que puede ser el principio de un cambio. Pero nos toca es aprovechar lo que se dio para empezar a generar transformaciones, no solamente políticas sino también en las prácticas sociales, en el cambio de los imaginarios de los policías, para que no únicamente dejen de ser agresivos con los jóvenes, ya que protegieron a Justin Bieber, sino que de conciencia y de convicción no agredan a los jóvenes artistas.
C.P.: Usted publicó en El Espectador un artículo titulado “Justin Bieber quebró el Florero de Llorente” en el que cuenta que se comunicó con Aldo Civico, un amigo suyo que desde Nueva York se conectó con congresistas, académicos y artistas, quienes estaban acompañándolos, ¿Quién es Aldo y qué hablaron con él durante la toma graffitera?
D.P.: Aldo Civico es un gran defensor de los derechos humanos y la paz. En Colombia es asesor de diferentes personalidades como León Valencia, Piedad Córdoba, e igualmente asesora en asuntos políticos a Juanes, el cantante. Él conoció el hip hop de la familia Ayara acá en Colombia, y eso le dio la idea de que la construcción de paz en este país había que hacerla de una manera diferente y no solamente desde las curules, del Congreso, el Concejo o de los escritorios de los funcionarios; que la paz en Colombia hay que construirla desde expresiones como el hip hop y todo lo que gira a su alrededor; que la paz se construye al estar en los barrios con escuelas de formación, con sus estrategias comunicativas, con su promoción de derechos, con su emprendimiento. Según Aldo, desde ahí sí se empieza a construir paz en Colombia. Por eso Aldo Cívico se enamoró de este movimiento y nos ha acompañado en todas nuestras acciones. Cuando se dio lo de Justin Bieber, él estuvo muy presente y vio la oportunidad para asesorarnos y para hacer las cosas bien.
C.P.: El graffiti es concebido por algunos sectores de la sociedad como un acto de vandalismo de las personas que lo practican. ¿Cree usted que este gran despliegue internacional que vino con el graffiti de Justin Bieber puede cambiar esa concepción?
D.P.: Yo pienso que hay que aclarar que la sociedad no identifica todo el graffiti con el vandalismo y la criminalidad. Lo que pasa es que hay una confusión o quizá una falta de educación de la sociedad sobre las diferentes vertientes del graffiti. Hay que reconocer que hay unos tipos de graffiti hacia los que sí hay una actitud un poco negativa de la sociedad: en primer lugar están los tags, es decir, las firmas de los jóvenes, y en segundo el grafiti político, en otras palabras, los mensajes de resistencia que ponen los grupos sociales sobre las paredes. Pero hay otras expresiones como el muralismo –que también es graffiti– y que la sociedad no sólo aprecia, sino que adora y defiende. Entonces hay que mirar qué graffiti es estigmatizado por la sociedad y por qué –incluso si es por desconocimiento–, ya que la gente no sabe lo que hay detrás de él y ésa es la función de empezar a educar.
C.P.: El graffiti es un llamado a hacer cambios sociales, ¿cree usted que éstos se pueden lograr?
D.P.: Claro, no es sino ver el desarrollo de la identidad de un joven que esté practicando un arte, que se esté expresando. Si alguien no puede hacerlo a través de las palabras o de su corporalidad, lo puede realizar a través del dibujo, bien sea convencional o abstracto, de poner sus pensamientos y sus emociones en colores, y de comunicarse con el mundo a través de la pintura. Esto ya es un cambio, pues ayuda a equilibrar al ser humano para que no sea agresivo contra sus semejantes. A nivel educativo el graffiti es una herramienta de construcción de sociedad. Por ejemplo, en la Familia Ayara trabajamos con niños que están en cárceles de menores, en sitios de rehabilitación de drogas, con jóvenes que han salido del conflicto armado o que son propensos a vincularse a él, y toda nuestra primera vinculación la hacemos a través del graffiti, además del rap y el break dance.
C.P.: ¿Qué cree usted que tienen que hacer aquellos jóvenes y personas que están en el mundo del graffiti y quieren incursionar más y seguir en la resistencia a partir de esta forma de arte?
D.P.: Yo les digo que sigan haciendo su arte, que sigan desarrollándolo, que sigan siendo cada vez mejores, que practiquen mucho, fortalezcan su técnica y que piensen que poco a poco van a desarrollar la mejor forma de desahogarse y expresarse. Y que ojalá en un momento, el graffiti se pueda convertir en una herramienta para construir un proyecto que les permita vivir de eso, y eso es posible de lograr.
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